Amarelinha – dibuje ali de áquel lado. No, no. Deje las sillas donde están de otra forma impiden el pasage – ordenaba Choco que entendia todo de juegos en las calles. - Berthaaaa, donde pusites el peón y la peteca.? - Luego alli, en la mesa. Ves? Sara! que linda estas de marinera! No creo!. Tu dentro de mi vestido? Imposible. Mira la ropa de Silvio e Choco – tambien estan de fantásticas - sonreia la niña gigante de la Nova Trova. De Raimundo nada. Cuanta demora. Asi no aguantamos. Vamos jugar mientras él no llega – insiste Sara. En la mesa, um cake en forma de trencito algunos juguetes bobos y toda la sala adornada com preservativos inflados de aire y pintados de diversos motivos. Más bello imposible. Para beber água de Jamaica, de limón, mineral minorando el calor de tanta traquinaje. Saltar, reir, sambar um sincopado numa explosión de alegria. No sé pero pienso que jamás hemos vividos momentos de tanta felicidade y pureza, entre los 30 y los 25 años, como estes en que poetas, trovado
“Quando o extraordinário se torna cotidiano é a revolução”. Che